viernes, 3 de noviembre de 2017

PULGUITA , PULGORRA Y PULGARRÓN



         Julia corría contenta calle abajo, papá llegaría de trabajar y como siempre, le contaría un cuento antes de dormir. Julia, tenía 5 años, y le encantaban los cuentos que papá solía contarle. Su cuentos eran distintos a los que contaba  la Señorita Lua en el cole, porque no tenían princesas, ni castillos encantados, no había dragones, ni mazmorras, ni fieles caballeros. Los protagonistas de los cuentos de papá solían ser animales, bichos e incluso personas de su entorno. Así se enteró Julia de que su hermano Tomás venía de camino, pues todavía su mamá lo tenía en la tripa y le daba de comer todos los días de forma invisible, para que fuera tan guapo como ella. Al menos eso es lo que su papá le contaba.

     Aquella noche, papá llego a casa con los ojos rojos, parecía que estaba triste, y mamá estaba preocupada. Julia pensó entonces que esa noche, no habría cuento y que debía comerse aquel feo pescado sin rechistar, pues algo raro estaba pasando….


– ¡TOC TOC! ¿Puedo pasar Garbancita?- Dijo papá al entrar en la habitación de Julia.
A Julia le encantaba el nombre de Garbancita, pues era un nombre que sólo papá utilizaba con ella y eso le hacía sentirse especial ¿Le seguiría llamando así cuando naciera Tomás?- pensó en aquel momento Julia-  Seguro que sí, porque papá buscaría otro nombre para él y el nombre de Garbancita ya tenía dueño… ¡Ella!

Papá se sentó en la silla que había junto a la cama de Julia, acarició a la pequeña y puso los codos sobre las rodillas.

-Hoy te contaré un cuento especial Julia, es muy importante que prestes  atención y que recuerdes todo lo que te voy a contar.

Erase que se era, una pequeña familia de pulgas, Pulguita, Pulgorra y Pulgarrón. , los 3 vivían felices en “Pequeña cabeza” y habían hablado muchas veces de visitar otros suculentos lugares y poder descubrir el mundo…

Pulgarrón que era el más veterano, trabajaba muy duro elaborando con su masa, las casas para otros habitantes de “Pequeña cabeza” y la Sra. Pulgorra tejía sin parar, jerséis y peucos  para los nuevos  habitantes de la aldea. Aquella parecía una vida feliz para la familia Pulga que ahorraba con la intención de viajar algún día, pero que como bien decía la Sra. Pulgorra, por un roto o un descosido, el viaje no llegaba y siempre acababan ayudando a  sus amigos y familiares .

Un día  de Enero, cuando más frió hacía en “Pequeña cabeza” Pulgarrón recibió la peor de las noticias que hubiera querido escuchar de boca del Sr. Chinche:

–  Sr. Pulgarrón, han sido muchos años trabajando juntos para construir la ciudad de “Pequeña cabeza” pero los mosquitos, las chinches y los escarabajos han dejado de necesitar nuestras casas, por lo que nos vemos obligados a decirle adios.Queda usted despedido.

– ¿Despedido Sr. Chinche?- repitió Pulgarrón- ¿Y como comeremos Pulguita, Pulgorra y yo, Señor?

–  No lo sé Pulgarrón, no lo se…- dijo apenado el Sr. Chinche.

Pulgarrón llegó a casa triste y pensativo, algo tendría que hacer, pues los ahorros que tenían no eran suficientes para comer toda la vida…

– Papá este cuento parece muy triste…- dijo Julia apenada.

-Lo se Julia, por eso es importante que escuches toda la historia.

Pulgarrón y la Sra. Pulgorra, hablaron mucho rato, sobre aquella situación, que si el pelodinero, que si las pelofacturas, que si como lo haremos, que si nos tendremos que ir a vivir con los abuelos Pulga… Parecía que de un momento a otro, sus cabezas echarían humo, cuando de repente…

–  DIN, DONG- sonaba el timbre de la puerta.

– Buenos días Sra. Pulgorra- Dijo la señora Cucaracha- vengo a por 20 pares de peucos para mis retoños, que este invierno parece muy frío. ¿Me los podría usted hacer? Yo le pagaré lo que haga falta- dijo con gran ímpetu la Sra. Cucaracha-  ¡Ya sabe que a mi eso de hacer cosas manuales no se me da muy bien!

– Perfecto Sra. Cucaracha, no hay problema en 2 días sus 20 pares de peucos estarán puntualmente- respondió la Sra. Pulgorra.

– DIN, DONG- Volvió de nuevo a repiquetear el timbre.

– Buenos días Sra. Pulgorra, ¿Está su marido en casa?- Dijo el Doctor Mosquito- Necesitamos que nos arregle unos cuantas grietas y agujeros que han salido esta mañana en la consulta. Dígale que pase en cuanto pueda.

-Muy bien así lo haré doctor Mosquito- dijo la pulga algo desconcertada por tanta visita.

-DIN, DONG- seguía sonando el timbre

-Buenos días Sra. Pulgorra. Esta mañana he hecho  unos pasteles y he venido a traerle unos cuantos- dijo la Sra. Piojo – Así de paso, le encargaba un jersey para mi sobrina, que es muy friolera y vive en “Perro perdido”

Poco a poco, se fue formando en casa de la familia Pulga, una pequeña cola de vecinos, que tras conocer la noticia del despido del Sr. Pulgarrón habían querido compartir con ellos sus pasteles, su  comida y sobre todo su apoyo incondicional.

Muchos de ellos habían optado por hacer diferentes  encargos a la familia Pulga, con la finalidad de que pudieran recaudar pelodinero y de esa forma, no tener que abandonar “Pequeña cabeza” ,incluso el Sr. Moscardón le ofreció trabajo al bueno de Pulgarrón.

Las cosas, parecían mejorar, gracias a la solidaridad de todos los vecinos que por allí pasaban.

En ese momento, Julia, giro la cabeza hacia la ventana, y vio un montón de luces que parecían decorar el Jardín. Pero… ¿Que veían sus ojos? ¿Eran los vecinos? Papá algo emocionado dijo a Julia:

– Ves Garbancita, mira cuanta gente ha venido a ayudarnos esta noche. Es importante que colabores siempre con quien más lo necesita y ayudes desinteresadamente al que tiene una mayor carga, pues eso y unos maravillosos vecinos han hecho que el cuento de esta noche, tenga un final feliz.

Y colorín colorado, este pulgoso cuento, se ha acabado.

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